La Escuadra
Libertadora del Perú
y el desembarco
del Ejército Libertador
en Paracas –
Pisco
En
el año 2020, año de la devastadora pandemia y año del Bicentenario del inicio
de la Guerra de la Independencia del Perú; los peruanos seguimos luchando, como
lo hicieron nuestros antepasados, para ser libres e independientes…ésta vez,
para ser libres del letal coronavirus Covid 19.
¿Cuáles
son nuestras armas? ¿cómo está la moral? …y respondemos con aplomo…¡¡Arriba,
siempre arriba, hasta las estrellas!! Y en julio, mes de la Patria, cuando
faltan pocos días para el 28 de julio, y cumplir 199 años de la proclamación de
la Independencia Nacional, nos damos un tiempo, para recordar, rescatar y
revalorar algunos hechos históricos, poco conocidos y poco difundidos.
Nuestras
armas, son nuestros valores, nuestra identidad, nuestro patriotismo, nuestra
fortaleza y esperanza, nuestra fe y devoción, nuestra actitud responsable y
proactiva, para cumplir con los protocolos de bioseguridad frente al Covid; y
para fortalecer estas armas, tenemos que repasar la historia de nuestra región
y de nuestra Patria grande.
¿Qué
ocurrió al amanecer del 8 de setiembre de 1820? ¿Quiénes llegaron a las playas
de Paracas, en la hermana provincia de Pisco? ¿Cuántos navíos y tripulantes
conformaban la Escuadra Libertadora del Perú? ¿Cuántos oficiales y soldados
conformaban la Expedición Libertadora? ¿Quiénes eran los experimentados marinos
que comandaban los navíos y cuál era su nacionalidad?
La
Municipalidad Provincial de Ica, a través de la Biblioteca Municipal “José de
San Martín” y su campaña educativa “Región Ica, Cuna de la Independencia”;
ofrecen al público nacional y extranjero, la siguiente investigación,
sustentada en archivos, documentos y obras de historiadores del Perú, Argentina
y Chile.
LOS PREPARATIVOS
DE LA ESCUADRA LIBERTADORA
Y DE LA
EXPEDICIÓN LIBERTADORA
EL PRIMER DESEMBARCO DEL EJÉRCITO LIBERTADOR EN PISCO
Listos todos los preparativos, la expedición
libertadora comandada por San Martín zarpó
del puerto de Valparaíso el 20 de agosto de 1820. Según palabras del propio San
Martín, se emprendía "la grande obra de dar libertad al
Perú". Se abría "la campaña más memorable de nuestra revolución y cuyo
resultado aguarda el mundo, para declararnos rebeldes, si somos vencidos o
reconocer nuestros derechos, si triunfamos".
El ejército libertador del Perú componíase en total de
un poco más de cuatro mil hombres, de los cuales poco más de tres mil
pertenecían a la infantería, más de seiscientos a la caballería y más de 400 a
la artillería. Consignamos de esta manera los efectivos, teniendo en cuenta que
suele encontrarse algunas diferencias, basados en fuentes diversas
que no concuerdan con exactitud estos datos. (1) Según documentos de la
época que reproducimos, el total de efectivos llegaba a 4365, incluyendo en
este número a la tropa, a los oficiales y a la plana mayor. Los efectivos de la
artillería sumaban 2145, los de infantería 1525 y los de caballería 695. (ver
cuadros)
El ejército libertador del Perú estaba conformado por
dos divisiones: la de los Andes y la de Chile.
La de los Andes estaba conformada por las siguientes
divisiones:
Batallón de artillería de los Andes N° 7
Batallón de artillería de los Andes N° 8
Batallón de artillería de los Andes N° 11
Granaderos de a caballo de los Andes
Cazadores de a caballo de los Andes
La división de Chile estaba integrada por los
siguientes cuerpos:
Batallón de artillería N° 2 de Chile
Batallón de artillería N° 4 de Chile
Batallón de artillería N° 5 de Chile
Batallón de artillería N° 6 de Chile
Batallón N° 2 de Dragones de Chile.
Del total de jefes de cada uno de estos cuerpos, siete
eran rioplatenses y cinco chilenos. La división de los Andes solo estaba
comandada por argentinos, mientras que la división de Chile tenía al
rioplatense Larrazával como jefe del batallón de artillería N° 5.
En cuanto al Cuartel General, a las Secretarías y
al Estado Mayor, la
siguiente era su conformación, según datos consignados por Jerónimo Espejo:
Cuartel general:
Jefe de la expedición, el Excelentísimo Señor Capitán
General Don José de San Martín.
Generales de División, Coroneles Mayores don Juan
Antonio Álvarez y don Toribio Luzuriaga.
Secretario de Hacienda, don Dionisio Vizcarra.
Auditor General de Marina, don Antonio Álvarez De
Jonte.
Oficial 1° de Secretaría, capitán don Salvador
Iglesias.
Edecanes de su Excelencia. Coroneles don Tomás Guido y
don Diego Paroissien, capitán don José Caparrós y teniente 2° don José
Arenales.
Estado Mayor:
Jefe de Estado Mayor General, Coronel Mayor Juan
Gregorio de las Heras.
Ayudante comandante general, coronel don Juan Paz del
castillo.
Ayudantes primeros, tenientes coroneles don Manuel
Rojas y don José María Aguirre, teniente coronel graduado sargento mayor don
Juan José Quesada, sargentos mayores don Francisco de Sales Guillermo y don Luciano
Cuenca.
Ayudantes segundos, capitán don Juan Agüero y capitán
de ingenieros don Clemente Altahaus.
Ayudantes terceros, ayudantes mayores don francisco
Javier Medina, don Ventura Alegre y don Eugenio Garzón; tenientes segundos, don
Jerónimo Espejo, don Pedro Nolasco Álvarez Condarco y don Juan Alberto
Gutiérrez; subteniente de ingenieros don Carlos Wooth.
Cuerpo médico, dirujano mayor el coronel Paroissien,
cirujano de primera clase don Miguel
Stapleton Grawley, cirujano de primera clase fray Antonio de San Alberto.
Intendente del ejército, intendente general don Juan
Gregorio Lemos, contador don Valeriano García, oficial 1° don Santos Figueroa,
oficial 2° don Alejo de Junco.
Comandante del parque, capitán de artillería don Luis
Beltrán.
La escuadra, al mando de Lord Tomás Alejandro
Cochrane, estaba conformada por ocho navíos y 16 transportes.
Escuadra Libertadora del Perú
(20 de agosto de 1820)
Comandante en Jefe de las Fuerzas Terrestres y
navales: Capitán General don José de San Martín.
Navíos
|
Comandantes
|
San Martín
|
Guillermo Wilkinson
|
O’Higgins
|
Tomás Grosbie
|
Lautaro
|
Martín J. Guise
|
Independencia
|
Roberto Forster
|
Galvarino
|
Juan Spry
|
Araucano
|
Tomás Carter
|
Pueyrredón
|
Guillermo Prunnier
|
Moctezuma
|
Jorge Young
|
Transportes
|
Pablo Delano
|
Transportes: Dolores, Gaditana, Consecuencia,
Emprendedora, Santa Rosa, Águila, Mackenna, Perla, Teresana, Peruana,
Golondrina, Minerva, Libertad, Argentina, Hércules, Potrillo.
Toneladas: 7178
El Pueyrredón salió antes que la expedición,
conduciendo desterrados políticos a la costa del Chocó y de regreso se unió a
la Escuadra. La Chacabuco quedó al servicio de las
costas de Chile, al mando de Tortel. (1)
PERUANOS QUE LLEGARON CON LA
EXPEDICIÓN LIBERTADORA
El
día 13 de agosto de 1820, en el cuartel
general de San Martín, en Valparaíso – Chile; circuló en las tropas de la denominada “Expedición Libertadora del
Perú”, la orden de embarque, la cual fue recibida con verdadero júbilo.
Del
total general de tropa, eran argentinos 2,313 y sólo 1,805 chilenos, y en
cuanto a los jefes de las unidades, con excepción de tres de esta nacionalidad,
todos eran compatriotas del generalísimo.
En
el cuartel general, la proporción era idéntica, cabiéndole al Perú el honor de
contar un digno representante en el ex – gobernador de Cuyo, coronel mayor (
general de división) don Toribio de Luzurriaga, así como, entre otros , los
preclaros nombres de: Francisco
Vidal, Toribio Luzurriaga, Remigio Silva, Andrés Reyes, Juan Franco,
Cayetano Requena, Pedro José Cornejo, Juan Iladoy, Agustín Lerzundi, Juan Velazco
y N. Turgay, quienes desembarcaron en Paracas trayendo en sus manos la espada
redentora de la patria peruana, orgullosa
de haberles servido de cuna (2).
PERUANOS
ALISTADOS EN EL EJÉRCITO LIBERTADOR EN PISCO
La
Patria surgió cuando la florida juventud iqueña, fugándose del engreimiento de
sus hogares, se presentó en Pisco, al cuartel general de San Martín a ofrecer
su esfuerzo y su vida por la vida del
Perú naciente, y fue tanto su valor y tal su pujanza moral, que todos
llegaron a ser militares gloriosos; los Generales Juan Pablo Fernandini, mártir
de la unida peruana; el General Baltazar Caravedo, Fermín del Castillo, prócer
de la gloriosa Nasca; los Coroneles Francisco de Paula Cabrera, organizador del
primer regimiento de caballería patriota; Antonio Elejalde, primera lanza en el
combate de Junín; en fin toda una pléyade de próceres, que al lado de los
Huasasquiches, Chacaltanas, Mayautes y otros tantos indígenas, llegaron a ser
jefes de alta reputación en los primeros ejércitos nacionales, para fundar la
Patria sobre los campos de batalla (3).
La
estada de San Martín en la región de Pisco, no sólo fue útil por
lo apuntado. Además del éxito militar, político y moral, así como del acopio e incremento de hombres, material y ganado, permitió a muchos y muy distinguidos peruanos
satisfacer su noble anhelo de alistarse en las filas revolucionarias para
convertir en hechos sus ideas de libertad.
Como
un homenaje a sus méritos, estimamos tributo de admiración y gratitud
patriótica, citar sus nombres: José María de la Fuente y Messia, marqués de San
Miguel, nombrado coronel y ayudante del
general San Martín; Isidoro, Lorenzo y Baltasar Caravedo, Manuel Jorge
Bustamante, Juan José Loyola, Francisco de Paula Cabrera, Antonio Elejalde,
Melchor Valle, Manuel de Odriozola,, Joaquín Bardales, Juan de D. Arnao, Pablo
Farfán, Santiago Gómez, Manuel Revilla, Rafael y José Santos Lévano. (2)
EL LIBERTADOR
SAN MARTÍN EN PISCO
Seguimos con entusiasmo, a uno de
los pocos historiadores peruanos que se preocuparon por investigar y resaltar
el apoyo y la participación de los chinchanos, pisqueños, iqueños, palpeños y
nasqueños; en la Guerra de la Independencia.
En el número 3 de la Revista del
Instituto Sanmartiniano del Perú, publicada en el mes de mayo de 1936, el
historiador Dr. Germán Leguía y Martínez, narra lo siguiente:
“Lo
primero que el redentor de Chile hizo al presentarse frente a las playas de
Paracas fue – como era urgente y natural – dirigirse a los habitantes del Perú,
“anunciándoles su arribo y el de la expedición libertadora; manifestándoles el
propósito de ésta; desvirtuando la propaganda de los realistas, sustentada en
la inutilidad de una guerra sucesora,
cuando los derechos, garantías y libertades que ésta pudiera perseguir, estaban
ya, decían, obtenidos en la constitución próxima a jurarse de 1812; y
expresando su confianza en que, contando como esperaba contar, con la ayuda y
la decisión del pueblo peruano, sería cosa fácil y pronta la reposición de la
personería y de la dignidad soberanas del Perú. Esa proclama, impresa a bordo,
en la tipografía del ejército; escrita por Monteagudo, y lanzada en tierra a
una profusa circulación, con la data del 8 de setiembre (fecha del primero de
los desembarcos) – decía de este modo:
“Compatriotas.-
La Nación española al fin ha recibido el impulso irresistible de las luces del
siglo. Ha conocido que sus leyes eran insuficientes para hacerla feliz, y que,
en sus antiguas instituciones, no podía encontrar ninguna garantía contra los
abusos del poder…””…Yo he sabido, después de mi salida de Valparaíso, que el
Virrey del Perú, ha mandado jurar también la constitución (1), y que se ha
abolido en Lima el Tribunal del Santo Oficio”.
Declaró,
seguidamente, en decreto especial, que las autoridades españolas, “aunque
cesantes de hecho en todos los puntos ocupados por las armas de la Patria,
podrían continuar en el ejercicio de sus funciones, interín resolviérase sobre
su destino, en vista de su conducta” (2).
Más adelante Leguía y Martínez
continúa el relato de la primera proclama de San Martín, en Pisco:
“El
último virrey del Perú hace esfuerzos para prolongar su decrépita autoridad
halagando vuestras esperanzas con una constitución extranjera, que os defrauda
el derecho representativo en que en ella misma se funda, y que no tiene la
menor analogía con vuestros intereses”.
“El
tiempo de la impostura y del engaño, de la opresión y de la fuerza, está ya
lejos de nosotros, y sólo existe en la historia de las calamidades pasadas”.
“Yo
vengo a acabar de poner término a ésa época de dolor y humillación. Este es el
voto del Ejército Libertador, que tengo la gloria de mandar, y que me ha
acompañado siempre al campo de batalla, ansioso de sellar con su sangre la
libertad del Nuevo Mundo”.
“Fiad
en mi palabra, y en la resolución de los bravos que me siguen; así como yo fío
en los sentimientos y energías del pueblo peruano”.
“Cuartel
general del Ejército Libertador, en Pisco, setiembre 8 de 1820 .- Primer día de
la libertad del Perú.- SAN MARTÍN”.
PROCLAMA AL EJÉRCITO LIBERTADOR
Y
por fin habló a su ejército:
“Soldados
del Ejército Libertador. Ya hemos llegado al lugar de nuestro destino, y solo
falta que el valor consume la obra de la constancia; pero acordaos de que
vuestro deber es consolar a la América; y de que no venía a hacer conquistas,
sino a libertar a los pueblos que han gemido trescientos años bajo este bárbaro
derecho. Los peruanos son nuestros hermanos y amigos: abrazadlos como a tales,
y respetad sus derechos, como respetásteis los de los chilenos después de la
batalla de Chabuco”.
“La
ferocidad y la violencia son crímenes que no conocen los soldados de la
libertad
“1º.
Todo el que robe o tome por violencia de dos reales para arriba, será pasado
por las armas, previo el proceso verbal que está mandado observar en el
ejército”.
“2º.
Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será
castigado con la pena del talión”.
“3º.
Todo insulto contra los habitantes del país, sean europeos o americanos, será
castigado hasta con la pena de la vida, según la gravedad de las
circunstancias”.
4º.
Todo exceso que ataque la moral pública, o las costumbres del país, será
castigado en los mismos términos que previene el artículo anterior”.
“Soldados:
Acordaos de que toda la América os contempla en el momento actual, y de que sus
grandes esperanzas dependen de que acreditéis la humanidad, el coraje y el
honor que os han distinguido siempre, dondequiera que los oprimidos han
implorado vuestro auxilio contra los opresores. El mundo envidiará vuestro destino,
si observáis la misma conducta que hasta aquí; ¡pero, desgraciado el que
quebrante sus deberes y sirva de escándalo a sus compañeros de armas! Yo lo
castigaré de un modo horrible, y él desaparecerá de nosotros con oprobio e
ignominia!”(3).
EL PODERÍO DE LA HACIENDA CAUCATO
El
13 se organizó y salió a las 9 h.a.m., camino del norte, la división de
vanguardia. Componíase del batallón No. 5 de Chile y de cincuenta granaderos de
a caballo (6). Su jefe era el coronel mayor Álvarez de Arenales; y su destino
la hacienda de Caucato; fundo, como ya se dijo, perteneciente al español D.
Fernando del Mazo, y ubicado, al setentrión de Pisco sobre el camino costanero
que conduce de esa villa a la Capital.
Los
patriotas encontraron en Caucato dos mil panes de azúcar, muchos otros
productos y mil quinientos esclavos negros “de ambos sexos y de todas edades”.
Los varones casi en su totalidad, presentáronse voluntarios en las filas
independientes.
Tomados
por Arenales todos los pormenores posibles acerca de los fundos vecinos, su
topografía, capitales y mantenimientos, despachó, en todas direcciones,
partidas de caballería, encargadas de recolectar bestias y ganados con que
montar bien a las tropas y darles la carne fresca de que carecían, en reemplazo
de las ya odiosas y escasas chalonas y charquis traídos desde Valparaíso.
La
requisa fue considerable, y más que todo, absolutamente voluntaria. A los ocho
días, dice el testigo ocular antes aludido, estaban bien montados todos los
oficiales del ejército y todos los soldados de caballería patriota así como los
edecanes y ayudantes del cuartel general y del Estado Mayor.
Las
partidas avanzaron a las dos Chinchas, Alta y Baja, con los mismos o mejores
resultados.
El
14, con el parte resumen de “sin novedad”, expedido desde Caucato por el
vencedor de La Florida, llegaron nutridas caballadas, constituidas por los
entonces inmejorables bridones “de paso” de la costa del Perú, con más de
ochocientas reses, mil carneros y cincuenta espléndidas bestias mulares.
En
la propia fecha, para ratificación de los reconocimientos anteriores, de un
lado, y a fin de prevenir posibles sorpresas de otro, partieron a la caída de
la tarde, Juan Lavalle y Félix Aldao, con sendas columnas de granaderos
montados argentinos (una y otra de veinticinco hombres), a recorrer
cuidadosamente los dos caminos reales trazados del puerto de Ica en sentido
S.O. y de una extensión de dieciocho leguas (más o menos) cada uno.
Dos
partidas del regimiento de granaderos de a caballo salieron el 12 hacia oriente,
o sea en la dirección de Ica, en pos de reconocer la situación del adversario.
Pronto llegó la primera, anunciando que Quimper y sus cosacos habían proseguido
marcha a la referida ciudad donde según todos los indicios deberían detenerse.
El historiador Juan Luis Orrego
Penagos, en su obra “SAN MARTÍN EN PISCO: LA HISTORIA DE UN VALLE COSTEÑO
DURANTE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA” nos presenta valiosos datos de la
historia de la Hacienda Caucato:
“Por
donde se le mire, la Independencia tuvo un impacto desigual, ya sea en los
grupos sociales, las instituciones o las localidades. Es importante este hecho
ya que antes los historiadores olvidaban con frecuencia que nuestra sociedad y
nuestro territorio se caracterizaban precisamente por su multiplicidad. Esa
tentación globalizadora del pasado peruano está siendo cuestionada a medida que
fueron apareciendo los primeros estudios regionales. Hoy los historiadores se
sienten cada vez menos dispuestos en afirmar que una simple fórmula puede
bastar para abarcar la enorme variedad de situaciones locales dentro del
territorio: estamos aprendiendo a respetar las diferencias regionales como las
secuencias cronológicas. Comenzamos a darnos cuenta que lo que es cierto para
el sur andino no lo es necesariamente para la costa central, el norte o el
extremo sur, por no hablar de la sierra central o la amazonía.
El
presente trabajo pretende contribuir al estudio de esta problemática regional
haciendo un recorrido por la historia del valle de Pisco, centrándonos en los
efectos que tuvo la llegada del Ejército Libertador a la zona. El tema es
importante. Sabemos que las guerras de Independencia causaron mucho daño
material al país, tanto por parte de los patriotas como de los realistas,
provocando una grave crisis a la elite de entonces. Los hacendados soportaron
estos problemas, además de la leva de sus trabajadores y el ocasional secuestro
de sus propiedades, crisis que no van a poder remontar -al menos los de la
costa central hasta promediar la década de 1840.
EL VALLE Y SUS TRANSFORMACIONES:
Durante
los primeros años de la Conquista el valle de Pisco, como la mayor parte de la
entonces Gobernación de Nueva Castilla, fue escenario de la repartición de
encomiendas. Según algunas informaciones muy fragmentadas, Francisco Pizarro
debió hacer depósitos de indios en la zona BIRA 23 (Lima): 155-171 (1996) hacia
1534 Y distribución de encomiendas dos años más tarde, siendo los primeros
favorecidos españoles adictos a su bando. Estos encomenderos, sin embargo,
perderían sus derechos en el valle al declararse partidarios de Gonzalo Pizarro
en las guerras contra el Rey. ' De este modo fueron desapareciendo los primeros
encomenderos de la zona quedando sólo uno, Pedro de Zárate, quien controlaba el
repartimiento de Pisco y Cóndor con 285 indios tributarios y 1402 personas
reducidas en un pueblo llamado Magdalena (Castillo 1947: 84),
Luego
aparece otro español encomendero, Lorenzo de Zárate y Solar, quien a principios
del siglo XVII contaba con 37 tributarios (Puente Brunke 1992: 444). No
obstante, es ya por estos años de 1600, según papeles judiciales, que el valle
fue cambiando hasta convertirse en un territorio con propiedades agrícolas
legítimamente adquiridas.
Pronto,
la agricultura pisqueña empezó a cobrar importancia dentro de la estructura
económica del Virreinato. Ya antes de finalizar el siglo XVI se iniciaron
conflictos entre los propietarios por la demarcación de sus fundos y derechos
de agua, a tal punto que tuvo que llegar el Licenciado Alonso Maldonado de
Torres quien ajustó linderos e hizo un empadronamiento de tierras. La razón de
estos conflictos era sencilla: las tierras ya se habían vuelto rentables por el
sembrío de viñedos, pues en Pisco las cepas traídas por Francisco Caravantes se
desarrollaron exitosamente.
En
síntesis, la riqueza del valle dependía de la plantación de viñedos y la
extracción de todos sus derivados, como aguardientes y vinos. Esta fama fue
trascendiendo el XVII, de allí la visita frecuente de piratas como Jacobo
Hermite (1624). Algunas veces los vecinos enfrentaron a los saltadores en
desventaja, pues dado que escaseaban en el lugar efectivos del ejército
colonial los lugareños se rendían y pagaban fuertes rescates.
Pero
también el valle era codiciado por las plantaciones de caña de azúcar de la
hacienda Caucato, dátiles e higos de las haciendas del desierto como Santa
Cruz, Santo domingo, Lanchas y El Sapo.
Por
último, gracias a una importante población esclava se cultivaban en cantidad
todos los productos del valle, que podían exportarse a las provincias del
interior, Lima e incluso España. Uno de los mejores relatos sobre la producción
del valle y su sistema de comercialización es la que nos ofrece, en 1712, el
viajero Francis Frezier: "No sólo por la venta de mercaderías de Europa los
barcos hacen escala en Pisco: lo hacen también para comprar vino y aguardiente
a mejor precio y en mayor cantidad, que en cualquiera otra parte (. .. ) Al
S.E. donde los productos son los mejores del Perú, esos vinos son muy generosos
y marean fácilmente y por ese motivo poco los toman los españoles: más bien los
compran los negros, indios, mulatos y gente parecida.
En
lugar de vino por curiosa prevención muchos españoles toman aguardiente. Las
parras de la campiña que no quedan cómodamente regadas por acequias, van
plantadas de tal modo que no les haga falta ni lluvia ni regadío. Pues cada
parra está en una poza de 4 a 5 pies de hondo, alcanza la humedad interior de
la tierra. Por lo demás no toda la comarca goza de esta fertilidad; el conjunto
más bien es árido y seco y fuera de las llanuras y valles no se puede vivir. Y
hasta en los lugares húmedos el agua tiene un sabor a sal que perjudica la uva
y persiste en el mismo aroma de los vinos.
Se
encuentra también en los alrededores de Pisco toda clase de frutas como peros,
naranjas, limones, guayabas, plátanos, dátiles, etc. La abundancia de los
comestibles allí cosechados y el movimiento comercial son los motivos porque
los pisqueños vivan muy desahogados y puedan entregarse a menudo a espectáculos
públicos como son las corridas de toros, teatros y carnavales" (citado por
Castillo 1947: 136-137).
Hacia
el siglo XVIII las mejores haciendas del valle eran propiedad de la Compañía de
Jesús, congregación que ha pasado a la historia colonial como eficiente administradora
de sus propiedades, especialmente las agrícolas. La lista de las haciendas
jesuíticas en Pisco hacia 1767 era la siguiente:
Nombre
Producción Valor
Chacarilla
de Santiago Hierbatería 6.592.4
Sta.
Rosa de Caucato Caña 143.958.3
Sta.
Cruz de Lancha Viña 47.735.7
San
Juanito Alfalfa y olivos 509.6 Cóndor Viña 160.526.0
Humay
Viña 132.560
Total:
491.882
Fuente:
Macera (1977, 111: 16-26)
CAUCATO,
LA HACIENDA MÁS
PRÓSPERA DEL VALLE DE PISCO
Parece,
según testimonios consultados, que la hacienda más conocida y próspera del
valle era la de Caucato. A pesar que el cultivo tradicional del valle era la
vid esta hacienda era la única que producía caña, teniendo además un ingenio de
azúcar y una población de 180 esclavos.
La
historia de esta gran propiedad se remonta a 1622 cuando Caucato era "un
buen viñedo al sur de Lima" regalado a los jesuitas por testamento de la
pareja Pedro de Vera-Juana de Luque; "estaba pertrechada, con esclavos y
una yesera que es el corazón de la hacienda" (Macera 1977, ID: 119).
Recibida
esta propiedad, los jesuitas debieron afrontar los inevitables problemas que
frecuentemente acompañaban a los donativos que recibían. En efecto, Caucato y
algunas tierras vecinas serán codiciadas por los parientes de los donatarios con
quienes la Compañía tenía algunas obligaciones. Llegado el momento de elegir
entre el pleito judicial, un concierto amistoso o el abandono de las tierras,
el consejo final del respectivo "Parecer" hacía presente como
principal razón el buen nombre de la Compañía: "Porque se ganará el ahorro
de muchas penalidades, aflicciones, pobrezas y empeños y lo que es más peso es,
martirios de la opinión de la Compañía que tan pesada está por esta negra
hacienda... será de más descanso y mejor servicio de Dios y cosa más gloriosa
dejarlo todo y sacudir los zapatos huyendo de Caucato ... para sacudir carga de
tantos enfados y dolores y procurar desmancillar el obraje de nuestra
religión" (Macera 1977, ID: 119-120). Lógicamente cuando los jesuitas
fueron expulsados en 1767 sus propiedades en el valle fueron a pasar a la
administración de Temporalidades, siendo adquiridas luego por peninsulares o
criollos a finales del XVIII.
Los
cañaverales de Santa Rosa de Caucato fueron vendidos en 1774 a Juan de Trujillo
y en 1796 a Fernando Penagos. Los viñedos de San Ignacio de Humay a Juan
Garcíade los Reyes (1774), San José de Chunchanga a Silverio Bernales (1774) y
Santa Cruz de Lancha a Francisco del Villar y Dehesa (1775); finalmente, el
Olivar de San Juanito a Phelipe Manrique de Lara en 1781 (Aljovín 1990:
228-229). 1I.
ENTRE EL VIRREINATO Y LA
REPÚBLICA:
En
un documento del Juzgado de Aguas del Archivo General de la Nación, se
encontró, para el año 1800, la siguiente lista de haciendas y terrenos en el
valle de Pisco con su respectiva extensión:
Valle
de Pisco (1880)
Haciendas
y terrenos
San
Juan de Cóndor
San
Juan de Francia
San
Cayetano Cabezo Blanco Hzda. de Bravo, o la Chacarilla Idem. de Chongos Cabeza
Prieto Mensia Sárate Manrique Núñez Ballejo Bandín Querejazu San José y Patio
Caucato Santa Catalina Mexia Santo Domingo Tierras de Huamani Figueroa Nombrada
Truxillo en Polan Capa Azul Juan José Ruíz San Jacinto José Leandro Lizarzaburu
José Santos Hierro Justo Romero San Cayetano de Caraya Ramón de la Rosa Sebastián
Díaz D. José Berris San Martín Ronseros León San Miguel Campo Verde Comunidades
Lescano Melena Total: Juan Luis Orrego Penagos Extensión (en fanegadas) 77 8 93
100 14 200 18 19 69 120 77 13 70 91 143 326 40 120 40 12 16 24 '}9 5 7 2 33 8
1.5 93 3 1.5 20 24 72 4 1.5 2 40 1 1 1910.51
Al
entrar al siglo XIX vemos en el valle como propietarios a nuevos personajes.
Aparte de los ya mencionados por la compra de Temporalidades, tenemos a Francia
Vila (dueña de la hacienda Mejía), Saledonio Lizarzaburu (de Lizarzaburu), Juan
de Robles, José Blanco de Azcona, Claudio Fernández Prada, el Marqués de San
Miguel, etc.
De
otro lado, si tenemos en cuenta que una fanegada equivale a 30 mil metros
cuadrados -3 hectáreas- en Pisco 10 haciendas (Caucato, Chongos, San José,
Manrique, Mejía, Cabezo Blanco, San Cayetano, Querejazu, Cóndor y Ronceros)
ocupaban en 70% de las tierras fértiles del valle, siendo Caucato la más
extensa e importante.
Caucato
fue adquirida por el peninsular Fernando Penagos quien la administró y la hizo
producir durante 20 años. Al reunir una respetable fortuna regresó a España a
disfrutar de sus rentas y en su lugar dejó la administración de su propiedad a
su sobrino Francisco Penagos. Según los testimonios consultados, parece que
este personaje administró tan mal Caucato que tuvo que venderla a Fernando del
Mazo -esto en vísperas de la Independencia- quedándose con una pequeña porción
que conservó el nombre original: Santa Rosa de Caucato (Castillo 1947 y Flores
Galindo 1884).
Los
demás fundos del valle eran muy pequeños y la mayoría se dedicaban al cultivo
de viñedos y productos de panllevar; las más extensas -sin contar los
cañaverales de Caucato- aparte de la vid se dedicaban a la fabricación de vinos
y aguardientes. Las descripciones más interesantes del valle por aquella época
corresponden siempre a los viajeros. Julián de Mellet en 1815 visitó el puerto
y todo el valle dejándonos el siguiente testimonio sobre la producción local:
"Los alrededores de la ciudad, a un cuarto de legua del mar, estan
cubiertos de viñas y producen en abundancia toda clase de excelentes frutas de
Europa y América; el vino que se fabrica se llama lancha y es reconocido, tal
vez, por el mejor de todo el Perú; y el aguardiente es tan bueno y mucho más
fuerte que el cognac, tan renombrado en Francia " (Mellet 1971 , 1: 91).
Señala
asimismo el número de habitantes, aproximadamente 2600, siendo casi todos
mestizos y cuarterones. El aguardiente se transportaba en tinajas de barro
conteniendo cada una 120 o 125 botellas. Menciona otros productos menores como
papas, camotes, mandiocas, plátanos, pistachos, etc.
Por
último, con respecto al comercio indica la venta de corderos y cabezas que
transportaban de las serranías -seguramente Ayacucho, por existir una ruta…
Juan
Luis Orrego Penagos, continúa y afirma:
“…desde
los tiempos prehispánicos- y enviaban a Lima y Guayaquil. Otro viajero, Gabriel
Lafond de Lurcy, cuando visitó Pisco en 1822 nos dejó un excelente relato sobre
los licores elaborados en el valle y su comercialización: "Este valle. así
como los de Chincha y de Cañete , estan cultivados casi todos de viñas, dátiles
y olivos.
Es
allí que donde se elabora el mejor aguardiente del Perú: antes de la guerra de
Independencia, se exportaba a Chile y hasta California. Se fabrica allí también
una variedad hecha con uva moscatel, la que tiene gusto del vino de Frontignan
y del aguardiente de Endaya, al que se llama aguardiente de Italia.
Estos
aguardientes se conservan en pipas de tierra de diferentes dimensiones, que
contienen de veinticinco a ciento cincuenta botellas. el depósito tiene la
forma de una betarraga y el orificio está situado en la parte ancha. El
interior está revestido de brea mineral que impide la filtra ción. Esta masilla
da un sabor desagradable al licor, al que, por lo demás, se conserva claro y
límpido como el kirsh.
Los
viñadores obtuvieron de Carlos IV el monopolio de la fabricación de los licores
espirituosos. Esta medida puso fin a la competencia que les hacían los
productores de azúcar por la fabricación de ron " (Lafond 1971, II: 176).
Con
respecto a la irrigación del valle, Lafond se remonta a los tiempos
prehispánicos cuando los indios cavaron el terreno hasta encontrar humedad y
luego, después de haber construido canales de irrigación hasta las aguas del
río, cultivaron maíz; sin embargo, a la llegada de los europeos se sustituyeron
estas plantaciones por la viña.
De
otro lado, nos parece importante la mención que hace el viajero sobre el guano,
fertilizante tan eficiente que no se le empleaba sino en pequeña cantidad y
siempre diluído en agua; sin esta doble precaución quemaría la planta a
fertilizar.
Por
último señala que en el fondo de la bahía de Paracas se encontraba agua dulce y
más al sur un yacimiento de sal gema; estas salinas abastecían toda la
provincia. A otro viajero, Roberto Proctor, le sorprendía en 1824 que en el
puerto había un gran comercio de "aguardiente, arroz, azúcar, tabaco y
cera" (1971 , II: 292). El viajero William Bennet Stevenson calculaba, en
1825, la producción de vinos y aguardientes en 150 mil galones al año; asimismo
describe la fábrica de jabón de Caucato y el número total de la población
esclava de Pisco, Chincha y Cañete, de unos 8 mil trabajadores.
EL SEGUNDO DESEMBARCO:
LA FRAGATA “SANTA ROSA” ALIAS
“LIBERTAD”
Los
días 14 y 15 de setiembre señaláronse por la producción de tres acontecimientos
extraordinarios. Fue el primero la aparición en Pisco de la fragata “Santa
Rosa”, alias “Libertad” perdida y ansiosamente aguardada desde el 3, y en cuyo
casco eran conducidos, al cuidado y a las órdenes de Miller, dos compañías del
batallón argentino No. 8, otras tantas de la artillería de ls Andes. Había
llegado del puerto al curtel general, un parte con el anuncio, e incontinente
alegría rompió risueña en todos los corazones (7). Se le mandó fondear en
Paracas, con los otros buques, y allí proceder al desembarco de su preciosa
carga. Era porque los elementos necesarios para la operación, se encontraban
todavía en esa ya denominada “bahía de la Independencia”. (8)
EL COMISIONADO DEL VIRREY PEZUELA
EN CAUCATO
El
segundo suceso extraordinario, fue la presentación en el campo, de un
comisionado de Pezuela. A las once y media de la mañana del mismo 14 (9), se
avisó desde Caucato, el arribo de dicho parlamentario, conductor de importantes
pliegos, que estaba encargado de entregar al general en jefe independiente,
según instrucciones, “en la propia mano”. Déjale Arenales seguir, pero vendado
entre competente escolta. Una hora más tarde es presentado a San Martín. Es un
joven alférez del regimiento hispano de Húsares de la Guardia, andaluz genuino,
móvil, alegre, decidor, y como apunta Espejo, “mozo muy despierto y de carácter
festivo”.
Se
llama Cleto Escudero. Desde el primer instante se hace blanco de todas las
simpatías. San Martín le da alojamiento en su propia casa, y encomienda a su
edecán, el capitán don José Caparrós (peninsular también), la misión de
cuidarlo y atenderlo, pero “sin perderlo de vista un solo instante”. Comprende
bien el astuto generalísimo que la comisión ostensible del enviado envuelve
forzosamente otra secreta, interesantísima para el virrey; cual es la de
calcular, así fuera a ojo de buen cubero, el efectivo mínimo y los recursos
aproximados de que dispone el ejército invasor.
LAS BANDAS DE MÚSICA DE SAN
MARTÍN
Cuenta
el testigo ocular antes citado, que para burlar ese objetivo, oculto, pero
“indudable”, San Martín ordena que, en la noche, así en la plaza mayor como a
la puerta de todos los cuarteles, se dé la retreta reglamentaria por mayor
número de bandas que de cuerpos: aquí, a la par, música y cajas; allí, cajas y
pífanos; allá, cajas y cornetas; acullá cornetas solas, etc.
Observan
los patriotas que Escudero, a la disimulada, lleva cuenta de esa exagerada
serie de marciales armonías, surgentes en multiplicados momentos y lugares.-
“Cuántas bandas a todo esto tienen? – pregunta, al fin (ya incapaz de
contenerse), Escudero a Caparrós – “Veinte”….y ustedes?- repregunta a su vez el
edecán patriota.- “Cincuenta, con la de la catedral”…la andaluzada del salado
alférez es, en el nutrido grupo de oficiales independientes que le rodea,
recibida con una carcajada sonora y general.
LORD COCHRANE PERSIGUE A DOS
FRAGATAS ESPAÑOLAS
El
tercer suceso extraordinario a que nos hemos referido, es la intempestiva
inimaginadora aparición de buques enemigos (15 de setiembre). Sábese después
que son la fragata “Venganza” y la corbeta “Sebastiana”; uno y otro de guerra,
que, noticiosos del aislamiento de la “Santa Rosa”, han proyectado hacerla buena
presa. Son las doce del día cuando esos barcos, a primera vista sospechosos,
comparecen en la curva lejana terminal del horizonte. Todo es verlos, y dar
Cochrane la orden de salida en su persecución. Se efectúa esta y comienza la
caza. Va con el bravo marino la flota entera excepto la “Santa Rosa” que ya se
halla largando a tierra las fuerzas y los elementos de que ha sido tardía
conductora. A las tres de la tarde la escuadra patriota se pierde a los ojos de
quienes observan sus movimientos. A las diez de la noche se escucha un cañoneo,
aunque momentáneo. Un centinela no ha contado sino cinco disparos. La
persistente persecución se prolonga pero
falla, porque la fuga de las embarcaciones realistas halla fácil oportunidad y
protección en las tinieblas, a cuyo amparo amigo fondea en sus aconchamientos
del Callao.
RECORDANDO EL
PRIMER DESEMBARCO DE LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA DEL PERÚ EN EL PUERTO DE
PARACAS, PERÚ
Eduardo Barrios
Mason
Capitán de
Corbeta ING. NV. MC
REVISMAR 5 /
2007
Dentro
de los albores de nuestra historia, siempre viene a la memoria como un hecho
importante, ejemplo de empuje y decisión visionaria, la formación de la
Expedición Libertadora del Perú por el General José de San Martín y el General
don Bernardo O´Higgins, concepción fundamental y arraigada fuertemente en la
mente de ambos próceres como la única forma de consolidar las independencias y
asegurar para la América un marco estable en que los jóvenes gobiernos pudieran
dedicarse al desarrollo y no tuvieran la incertidumbre de la Corona Española,
teniendo que enfrentar continuas guerras de independencia que sólo traerían a
sus pueblos más pobreza y dificultades.
Como
parte de las actividades del Buque Escuela Esmeralda en su última visita al
Perú en el mes de abril pasado, el puerto de alistamiento y preparativo para
recalar al puerto de Callao, fue en la nunca visitada anteriormente por el
buque Escuela, bahía de Paracas, donde se ubica el poblado del mismo nombre y
cuya ciudadanía anualmente recuerda en ceremonia solemne frente al monumento
especialmente erigido e indicativo donde exactamente desembarcaron las tropas.
Hazaña que culminó con la consolidación de la independencia peruana.
Fue
en este puerto el día 10 de abril, donde se celebró a bordo del Buque Escuela
una ceremonia conmemorativa del Primer Desembarco de la Expedición Libertadora,
con la invitación de las más altas autoridades locales y representantes del
Instituto Sanmartiniano del Perú, institución creada para salvaguardar y
mantener las tradiciones e historia.
Por
la parte invitadora se leyó un discurso alusivo recordando los hechos más
importantes de la época: “Con el excelentísimo Capitán General, don José de San
Martín nombrado ya como Comandante en Jefe del Ejército expedicionario en la
Liberación del Perú, el senado chileno expresaba en un manifiesto al pueblo de
Chile: “Ya se acerca el día en que se cumplan vuestros votos y vean vuestros
hermanos oprimidos del Perú realizadas sus esperanzas, llevándoles el pabellón
de la Libertad. Apresuraos a hacer el último sacrificio de vuestras fortunas,
concurriendo cada uno por su parte, con la cantidad que le ha correspondido; la
suerte de la América y sus destinos penden de la Expedición del Perú.
Cuanto
antes se verifique, seréis libres de nuevos gravámenes y tendrá Chile la gloria
que su influjo y generosidad uniformen la opinión de América del Sur, que
consolide y afiance su libertad e independencia. Sala del Senado”. “De esa
forma y gracias a los titánicos esfuerzos de los Generales San Martín y
O`Higgins de conformar la Expedición Libertadora del Perú, se embarcaban el 19
de agosto en el Puerto de Valparaíso las 4.118 plazas del Ejercito Libertador
compuesto por el Ejercito de los Andes y las reclutadas en los puertos de
Valparaíso, Coquimbo y alrededores”. RECORDANDO EL PRIMER DESEMBARCO DE LA
EXPEDICIÓN LIBERTADORA DEL PERÚ EN EL PUERTO DE PARACAS, PERÚ Eduardo Barrios
Mason* Capitán de Corbeta. ING.NV.MC. RM5-7.indd 455 8/10/07 12:10:14 AUTOR
ARTÍCULO REVISMAR 5/2007 456
“Ese
mismo día, la presencia del Capitán General don José de San Martín, que
recorría los bajeles de guerra y transportes, avivaba eficazmente el júbilo de
sus bravos soldados. Ellos, animados de la confianza, que sólo puede
inspirarles un general que repetidas veces les condujo a la victoria, antes y
después de restaurado Chile, se sentían arrebatar del más noble entusiasmo,
viendo en el héroe de Chacabuco y Maipú al Libertador de las regiones
peruanas”, palabras expresadas en un comunicado oficial del ministro Zenteno.
“Por su parte, el Director Supremo, don Bernardo O`Higgins dirigía la siguiente
proclama al Ejército Libertador del Perú, cuando las tropas estaban embarcadas:
“!Soldados¡ yo he sido muchas veces testigo de vuestro coraje y sé lo que debo
esperar de vosotros en la campaña más importante de la Revolución. El General
que os manda es el mismo que os llevó al campo de batalla en Chacabuco y Maipú:
acordaos de lo que hicisteis entonces y pensad en el glorioso destino que os
guarda. ¡Soldados de Los Andes¡ vosotros disteis la libertad a Chile, id al
Perú y dejad escrito vuestro nombre, con la sangre de los que lo oprimen.
“Chilenos: seguid la carrera de la gloria y mereced la gratitud de los
habitantes del Perú, así como habéis merecido la de vuestra patria”.
“La
Escuadra conformada por el Navío San Martín de 1.350 toneladas y 64 cañones, la
fragata O`Higgins de 1.220 toneladas y 50 cañones; la fragata Lautaro de 850
toneladas y 50 cañones; la corbeta Independencia de 830 toneladas y 28 cañones;
los Bergantines Galvarino de 398 toneladas y 18 cañones; Araucano de 270
toneladas y 16 cañones, Pueyrredón de 220 toneladas y 16 cañones y finalmente
la goleta Moctezuma de 200 toneladas y 8 cañones; sumado a los diecisiete
transportes y a once lanchas cañoneras, conformaban una tripulación total de
1.600 marinos; haciéndose a la mar el día 20 de agosto con las instrucciones
depositadas en San Martín de desembarcar en costas peruanas”. “Con rumbo a
Pisco, la Escuadra libertadora dirigida por el Almirante Cochrane fondeaba el 7
de septiembre en la bahía de Paracas. La Corbeta Independencia se dirigió a
Pisco a reconocer tres buques allí fondeados, los cuales fueron apresados al
día siguiente, a pesar de los fuegos de la fortaleza”. “Paracas, en donde nos
encontramos hoy rememorando esta hazaña, en este marco de reconocida bahía de
aguas someras y seguras; PUERTO histórico y puerto futuro como podemos apreciar
a nuestro alrededor, sería el escenario donde el ejército libertador colocaría
pie por vez primera en suelo peruano para iniciar su liberación”. “En esa
mañana del día 8 de septiembre de 1820, después de un reconocimiento hecho por
San Martín, Cochrane y el Jefe del Estado Mayor, se procedió al desembarco en
Paracas de la primera división de ejército, al Mando del Mayor General Las
Heras, la cual marchó hacia Pisco, que había sido abandonada por su guarnición.
En
la tarde salieron del fondeadero la Fragata “O`Higgins” y la fragata “Lautaro”
para cruzar mar afuera. En los tres días subsiguientes bajó a tierra todo el
Ejército Libertador, que estableció su cuartel general en dicha ciudad. Este
desembarco produjo consternación en Lima. Precisamente en esos días, el virrey
Pezuela había hecho jurar la constitución liberal promulgada en España como
feliz consecuencia de la revolución de Riego y estimaba que este hecho político
facilitaría un advenimiento Zarpe de la Escuadra Libertadora a Perú. EDUARDO
BARRIOS MASON RM5-7.indd 456 8/10/07 12:10:14 NOMBRE DEL ARTÍCULO REVISMAR
5/2007 457 RECORDANDO EL PRIMER DESEMBARCO DE LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA DEL PERÚ
con los invasores, envió luego pues, plenipotenciarios para negociar la paz con
el Jefe de las fuerzas.
Las
consecuencias y acontecimientos que sucedieron son conocidos; pero sin duda que
marcó la epopeya de inicio de la emancipación del Perú, toda vez que San Martín
tuvo noticias que el coronel don Juan Antonio Álvarez de Arenales se había
internado en la Sierra; dio de inmediato pues, la orden de embarcar el ejército
y hacer zarpar la Escuadra y Transportes con rumbo al norte; el día 25 de
septiembre de 1820”. Junto con las palabras anteriores, nuestro Capellán a
bordo, Capitán de Corbeta RL Leonardo Fierro Espinosa ofició una acción de
Gracias, recordando con estas palabras otro acontecimiento más que muestra los
lazos de unión entre los pueblos de Perú y Chile: “Desde este sitio geográfico,
elevamos nuestra acción de gracias a Dios, por nuestros próceres Chilenos,
Argentinos y sus tropas, que con su decisión, sacrificio y valentía,
posibilitaron la independencia de la nación peruana.
Como
Sacerdote y Capellán Naval de la Armada de Chile, deseo destacar en este
momento tan especial, la figura del Capellán de la Escuadra Libertadora; el
Sacerdote Peruano, amigo personal del Director Supremo O’Higgins, don Cayetano
Requena, quien, por Decreto Directorial, del 18 de agosto de 1819, fue nombrado
para el empleo del primer capellán de la Armada.
Él,
junto a ocho eclesiásticos, realizaron la travesía y el desembarco en estas
costas; dando el apoyo espiritual y moral a los marinos y soldados que
realizaron aquella histórica jornada”. Sin lugar a dudas, el haber recordado el
primer desembarco del Ejército Libertador del Perú en estas costas, en este
mismo escenario hace 187 años con la presencia de las máximas autoridades de la
región, autoridades pertenecientes a tres naciones hermanadas por la historia,
una delegación de 20 cadetes de la Escuela Naval del Perú, encabezados por su
Subdirector; la presencia del Agregado Naval de Argentina en Perú, el
Presidente de la Asociación de Agregados Castrenses y Militares del Perú, los
más altos Directivos del Instituto Sanmartiniano y de sus filiales de Pisco y
Paracas, custodios de la gesta independentista peruana; no dejó a nadie
indiferente.
El
presidente del Instituto Sanmartiniano de Perú, Ingeniero Manuel Augusto De
Ingunza Simonetti, agradeció la ceremonia al Comandante del Buque Escuela,
Capitán de Navío Humberto Ramírez Navarro, con las siguientes palabras:
“Estimados amigos: Tomo la representación de los visitantes, para agradecer al
Comandante Ramírez, Asociado Correspondiente del Instituto Sanmartiniano del
Perú, por su generosidad al haber querido compartir una vez más con nosotros,
momentos de estrecha camaradería, en los que intenta resarcirse de un deseo
suyo de emular el viaje que hace 187 años realizó entre Valparaíso y Paracas la
Escuadra Libertadora que nuestro prócer y Gran Mariscal del Perú, el Capitán
General y Director Supremo de Chile don Bernardo O’Higgins Riquelme, confió al
Almirante inglés Thomas Alexander Cochrane, conduciendo a bordo como General en
Jefe de la expedición, al Capitán General don José San Martín y Matorras y su
Ejército Libertador integrado por Oficiales y tropa de procedencia argentina,
chilena y de otras nacionalidades, que vinieron dispuestos a dejar sus
existencias en la contienda que se preveía contra el poderoso ejército
realista.
La
presencia de esta hermosa nave en las aguas de la misma bahía donde recaló la
Escuadra Libertadora, integrada por unos treinta veleros de distinto calado, es
significativa desde los más variados puntos de vista, empezando por el aspecto
histórico, si consideramos que han tenido que pasar tantos años para que un
navío chileno de características parecidas a las de aquella época, haga un
viaje directo entre Valparaíso y Paracas, aunque en esta oportunidad ha
empleado la mitad del tiempo en lograr RM5-7.indd 457 8/10/07 12:10:14 AUTOR
ARTÍCULO REVISMAR 5/2007 458 la misma distancia, y la navegación ha sido
placentera, si la comparamos a las borrascosas condiciones en que navegaron
aquellas cáscaras de nuez.
Teníamos
pensado presenciar un desembarco simulado, en la misma playa que fue hallada
por la fuerza expedicionaria un 8 de septiembre de 1820, y esperábamos
presenciar un vistoso desfile, en esta tierra donde las autoridades y los
sanmartinianos propiciamos este tipo de demostración cívico-patriótica cada
año. Ello no fue posible, pero Ud. Comandante Ramírez cumplió con su deseo de
realizar este itinerario, evocando las veces que participó de nuestras
celebraciones en esta tierra, durante su apreciada permanencia como Agregado
Naval a la Embajada de su querida Patria en el Perú.
Permítame
manifestarle estimado Comandante y amigo, -interpretando el sentir de los
presentes-, que lo que usted está logrando con su presencia en esta histórica bahía
y dentro de dos días más en el puerto del Callao, -donde se produjo la
portentosa captura del primer buque “Esmeralda”-, es simplemente la mejor
misión de paz y acercamiento que por su intermedio y a la vista de esta bella
nave, hace Chile al Perú, rememorando el espíritu de épocas de emancipación,
pero ya no para liberarnos del enemigo común, sino con la mejor voluntad de
liberar las mentes de quienes aún no se deciden a aceptar el acercamiento entre
nuestros pueblos.
Un
20 de agosto de 1820, el Presidente Bernardo O’Higgins acudió a Valparaíso y en
la cubierta de la nave capitana hizo votos por el éxito de la expedición que se
iniciaba en esos trascendentales momentos, pues de ello dependía el destino de
Perú, Chile y Argentina, incluyendo a las actuales repúblicas hermanas de
Bolivia y Ecuador.
El
éxito coronó el esfuerzo de aquellos sacrificados emisarios de la libertad e
independencia. Hace pocos días (17 de marzo), la Presidenta Michelle Bachellet,
presidió una simbólica ceremonia en este Buque Escuela y desde su cubierta dio
la despedida oficial a su dotación, expresando su deseo de que vuestra visita
al Perú fortalezca los lazos de amistad y cooperación entre nuestras naciones.
Hacemos los más fervientes votos porque se cumplan esos deseos y que el éxito
corone la misión que su Gobierno y Comando Naval le han confiado, deseándole
los mayores logros en su vida profesional y privada. Nosotros desde acá,
seguiremos su trayectoria y nos sentiremos orgullosos de sus aciertos y de
tenerlo como leal y distinguido amigo.
Muchas
gracias Comandante Ramírez por su apreciada y trascendental visita y muchas
gracias por su gentil invitación”. Posterior a las palabras anteriores, el
Comandante del Buque Escuela, Capitán de Navío Humberto Ramírez Navarro agradeció
la asistencia de los presentes, señalando que son la hermandad de estas tres
naciones que trabajando y luchando por la libertad, materializaron y
consolidaron la independencia de nuestros pueblos; son el cumplimiento
irrestricto de esos mismos principios que animaron a nuestros próceres de
preservar la libertad de sus pueblos, ayer, hoy y el mañana a las nuevas
generaciones; y tal como iluminó a San Martín, O`Higgins, Grau y Prat, y nos
conduzca a navegar en el futuro por destinos de unión y hermandad.
Sábado 7 de junio de
2014
Expedición Libertadora del Perú - 20 de agosto de 1820
(Datos de la Armada de Chile)
Era necesario
que desde Chile se enviara una expedición por mar con un ejército capaz de
adentrarse en pleno territorio peruano y conquistar el principal enclave que
tenía el Rey de España en América del Sur.
Las dos campañas
navales desarrolladas anteriormente en el litoral del Virreinato peruano,
fueron exitosas en lo referente a la neutralización del poder naval español en
el interior de El Callao, pero no se logró su destrucción.
Aun cuando los
buques enemigos entregaron el control del mar a la Escuadra chilena, en el
frente terrestre el ejército virreinal mantenía a sus habitantes sometidos
férreamente a las autoridades españolas.
Era necesario que
desde Chile se enviara una expedición por mar con un ejército capaz de
adentrarse en pleno territorio peruano y conquistar el principal enclave que
tenía el Rey de España en América del sur.
A su regreso a
Valparaíso, el 06 de marzo de 1820, el Almirante Cochrane requirió
del Director Supremo, General O'Higgins, la preparación de la campaña contra el
Perú a la brevedad posible, aprovechando la inmovilidad de las fuerzas navales
españolas en El Callao. En su apreciación, bastaría un ejército de 2.000
hombres cuyo mando sugería dar al General Ramón Freire para la ocupación de
Lima y el derrocamiento del gobierno virreinal. Tal proposición no fue aceptada
por el gobierno de Chile, tras el cual estaba San Martín, en razón a que ya se
había resuelto que la expedición sería conducida por el General argentino.
Lo anterior no fue muy del agrado del Almirante suscitándose dificultades
entre éste y el Gobierno por el mando en jefe, al extremo de tener que
establecerse una rígida diferenciación entre el mando de la Escuadra
Libertadora, que ejercía Cochrane, y el mando del Ejército Libertador que tenía
San Martín. Sin embargo, el mando de la Expedición Libertadora no era más que
uno y era ambicionado por ambos caudillos. Cochrane muy pronto debió
convencerse que sería el perdedor. En efecto, así fue, y desde ese momento
comenzaron los problemas por la falta de pago a la tripulación, abastecimiento
insuficiente de los buques y del alistamiento de la expedición en general,
siendo el principal problema la falta de tripulaciones adecuadas para los
buques, en razón a que los mejores hombres se habían ido por el no pago de sus
salarios y de su participación en las presas.
Las discrepancias entre Cochrane y San Martín alcanzaron tan alto grado
que sólo la moderación de O'Higgins, impidió un rompimiento definitivo entre
ellos. Asimismo, fue necesaria su directa participación para apaciguar al
Almirante y evitar que hiciera efectiva su renuncia presentada en más de una
ocasión.
Oportuno es destacar que la Expedición Libertadora del Perú, Escuadra y
Ejército, fue prepa rada y equipada enteramente por el Gobierno de Chile,
a costa de grandes sacrificios. Las dificultades que afrontaba el Gobierno de
Buenos Aires, donde existía prácticamente una anarquía, le impedían cualquier
apoyo a esta expedición; es más, se dispuso que San Martín regresara con los
restos del Ejército de los Andes, a fin de sofocar las revueltas existentes en
ese país. En todo caso, tanto la Escuadra como el Ejército Libertador portaron
la bandera de Chile. Asimismo, es conveniente mencionar que, en el plano
estratégico, la Expedición Libertadora del Perú era de gran significación para
el afianzamiento de la independencia de Chile y, en lo naval, la destrucción de
las fuerzas navales existentes en El Callao, un imperativo para la
consolidación del dominio del mar que ejercía la Escuadra Nacional.
Fuerzas patriotas
La Escuadra
Libertadora, cuya primera tarea era dar cobertura al convoy durante la
travesía, al mando del Almirante Cochrane, quedó integrada por las siguientes
unidades:
1. Fragata “O’Higgins”,
nave insignia, 50 cañones, Comandante Crosbie;
2. Navío “San Martín”,
64 cañones, Comandante Wilkinson;
3. Fragata “Lautaro”, 50 cañones, Comandante Guise;
4. Corbeta
“Independencia”, 28 cañones, Comandante Foster;
5. Bergantín
“Galvarino”, 18 cañones, Comandante Spry;
6. Bergantín
“Araucano”, 16 cañones, Comandante Carter;
7. Bergantín
“Pueyrredon”, 16 cañones, Comandante Prunier;
8. Goleta “Moctezuma”,
8 cañones, Comandante Casey.
En Valparaíso
permaneció la corbeta “Chacabuco”, 20 cañones, Comandante Tortel, como buque de
emergencia. La tripulación de la escuadra estaba integrada por 1.600 hombres,
de los cuales 624 eran extranjeros, entre oficiales y gente de mar.
El Ejército
Libertador, de un total de 4.430 plazas, fue embarcado en 17 transportes, en su
mayoría capturados al enemigo.
En conjunto, estas naves tenían una capacidad de carga de 7.140 toneladas
y, además de la tropa, embarcaron armamento para 12.000 hombres, dado que se
consideraba el reclutamiento de voluntarios peruanos para incrementar las
fuerzas, víveres para seis meses, vestuario y un hospital de campaña. El mando
del convoy lo asumió el Capitán de Navío Pablo Délano, oficial norteamericano
al servicio de Chile desde 1819.
Fragata
"O'Higgins"
|
1.220
toneladas
|
Comandante
Tomas Sackville Crosbie |
50
cañones
|
Navío
"San Martín"
|
1.350
toneladas
|
Comandante
Guillermo Wilkinson |
64
cañones
|
Fragata
"Lautaro"
|
850
toneladas
|
Comandante
Martín Jorge Guise |
50
cañones
|
Corbeta
"Independencia"
|
830
toneladas
|
Comandante
Robert Forster |
28
cañones
|
Bergantín
"Galvarino"
|
398
toneladas
|
Comandante
Juan Tooker Spry |
18
cañones
|
Bergantín
"Araucano"
|
270
toneladas
|
Comandante
Tomás Carter |
16
cañones
|
Bergantín
"Pueyrredón"
|
220
toneladas
|
Comandante
Casey |
16
cañones
|
Goleta
"Moctezuma"
|
200
toneladas
|
Comandante
Casey |
8
cañones
|
Fuerzas realistas
Las fuerzas navales españolas en el Pacífico oriental estaban
constituidas por las fragatas “Esmeralda”, “Prueba” y “Venganza”; las corbetas
“Sebastiana”, “Resolución” y “Veloz Pasajero”; los bergantines “Pezuela” y
“Potrillo”; y varias naves mercantes armadas. Estas unidades permanecían
fondeadas, principalmente, bajo el amparo de las baterías en las plazas fuerte
de El Callao y una que otra en Guayaquil.
El Virrey Pezuela, presumiendo que en Chile se estaba aprestando una
expedición militar contra el Perú, y la información recibida en febrero
de que el puerto de Valparaíso estaba cerrado a la navegación
comercial, por una nave norteamericana, fue el mejor indicio de que su
apreciación era correcta. Sin embargo, no adoptó ninguna acción preventiva
contra esa expedición, a pesar de contar con los medios navales adecuados.
El 20 de agosto de
1820, día de San Bernardo y de su cumpleaños, el Director Supremo, vio hacerse
a la mar desde Valparaíso a la expedición. El General San Martín se embarcó en
el buque de su nombre y el Almirante izó su insignia de mando a bordo de la
"O'Higgins".
Luego de una breve recalada en Coquimbo, a fin de embarcar un batallón,
se dirigió a Pisco, fondeando en la noche del 07 de septiembre en la bahía de
Paracas. La travesía no estuvo exenta de vicisitudes. En la ruta interceptó y
capturó al bergantín norteamericano “Warrior”, que se encontraba al servicio
del Virrey, para obtener informaciones sobre la Escuadra chilena y, al mismo
tiempo, apoyar con un envío de armas a las guerrillas de Benavides en el sur de
Chile. Por él se tuvo conocimiento que algunas unidades de la fuerza española
habían zarpado de El Callao para entregar refuerzos y armas a las guarniciones
distribuidas a lo largo del litoral, lo que produjo alguna inquietud ya que se
habían separado algunos transportes del convoy y se temió que pudieran ser
interceptados por las naves españolas. Sin embargo, todos los transportes
se reunieron con la fuerza principal en la bahía de Paracas. Y, en cuanto a
Benavides, la corbeta “Chacabuco”, dejada en Valparaíso para estos fines, zarpó
al sur para contribuir a la lucha contra las guerrillas.
El desembarco del Ejército en Paracas se inició al día siguiente,
empleándose tres días en ello. Para dar seguridad a la operación, la primera
división marchó inmediatamente sobre Pisco, abandonado por la guarnición
realista; a su vez, la Escuadra destacó a las fragatas “O’Higgins” y “Lautaro”,
para que hicieran lo propio desde el mar. Además, el Almirante envió a
reconocer El Callao y las fuerzas navales allí presentes al bergantín
“Araucano” y a la corbeta “Independencia”, con el propósito de no ser
sorprendidos por las fuerzas españolas.
Desembarcado el Ejército, San Martín estableció su cuartel general en
Pisco, esperando la reacción de los realistas. Esta acción produjo
consternación en Lima, siendo la primera reacción del Virrey Pezuela
parlamentar, lo que fue aceptado por San Martín. Las conversaciones llevaron a
un armisticio de muy corta duración, que condujo a una inactividad del Ejército
en dicho lugar por más de 50 días.
Lo anterior, afectó a las fuerzas navales que se vieron obligadas a una
pasividad enervante. La Escuadra estaba atada al convoy, a las instrucciones de
O'Higgins y a la autoridad de San Martín. No obstante, capturaron algunas naves
mercantes españolas sorprendidas en el área, entre ellas los bergantines
“Cantón”, “Rebeca” y “San Antonio”.
En un reconocimiento efectuado por el bergantín “Araucano” a El Callao,
el 08 de octubre de 1820, se observó que las fragatas “Prueba” y “Venganza”
estaban preparándose para zarpar. Su salida fue confirmada dos días después,
sin conocerse su destino, además, se tuvo conocimiento de actividades a bordo
de la “Esmeralda”, “Sebastiana” y otros buques que indicaban un próximo zarpe.
En el intertanto, San Martín, presionado por Cochrane, determinó mover su
Ejército a las cercanías de Lima, eligiendo Ancón como punto de desembarco. La
misión de la Escuadra fue prestar cobertura a este movimiento, para lo cual
Cochrane, con el grueso de sus medios bloqueó El Callao y con el resto de
ellos, navío “San Martín”, bergantín “Galvarino” y goleta “Moctezuma” dio
protección directa al convoy en su desplazamiento de Pisco a Ancón.
Situadas las fuerzas expedicionarias a tres millas de El Callao, todo
hacía suponer que se atacaría de inmediato al grueso del ejército hispánico.
Cochrane era de opinión que debía atacarse simultáneamente Lima y El Callao.
Mientras, San Martín persistía en su idea de parlamentar y fomentar el
alzamiento peruano y que fueran ellos quienes decidieran su propio destino.
Felipe Pérez Soldán, historiador peruano, acota al respecto que si San Martín
hubiese adoptado el plan de Cochrane, con sólo 1.000 hombres se habría conquistado
Lima y se hubiese terminado la campaña en ese momento.
La pasividad del Comandante en Jefe de la Expedición y la agresividad de
Cochrane, lo llevó a planificar una acción temeraria, que no contó con el
consentimiento de San Martín, pero que de tener éxito significaría la captura
de la mejor nave española surta en el fortificado puerto de El Callao: La
fragata “Esmeralda”.
La travesía no fue
ausente de amenazas. El Virrey Pezuela había dispuesto con anterioridad el
zarpe de una escuadrilla, conformada por las fragatas "Esmeralda" ,
"Prueba" y "Venganza", para interceptar al convoy. Estas
desplegaron como piquete espía al bergantín norteamericano "Warrior".
Aún cuando el tiempo
y viento fueron favorables para un desplazamiento rápido, resultó imposible evitar
la dispersión del convoy, dadas las muy dispares características veleras en los
17 transportes.
Sin embargo, la
fortuna obró en poder de los marinos chilenos. A la altura de Coquimbo, la
"O'Higgins" capturó al "Warrior" y el 07 de septiembre,
recalaba el grueso del convoy a Paracas, puerto de destino de la expedición.
El desembarco del
Ejército no presentó mayores dificultades, porque los 630 soldados realistas a
cargo de la defensa se retiraron al interior sin combatir.
Quedaron rezagadas
el bergantín "Aguila" y la fragata "Santa Rosa", la fragata
"Hércules" y el bergantín "Galvarino".
Para su protección,
Lord Thomas Alexander Cochrane había destacado al bergantín
"Araucano", que recaló el día 11 sin novedad, con el
"Aguila" y 600 soldados.
Posteriormente, el
Almirante avistó velas en el horizonte y zarpó a investigar con tres buques. Se
trataba de las fragatas españolas "Esmeralda" y "Venganza",
que los navíos chilenos persiguieron hasta las cercanías de El Callao.
Temiendo que se
tratara de un apetecido señuelo para distraerlo de su objetivo principal, Lord
Thomas Alexander Cochrane decidió regresar a Paracas, donde se enteró de que
esta operación permitió el arribo seguro de la fragata española "Santa
Rosa" con 300 soldados.
Finalmente, el 23 de
septiembre recalaban el bergantín "Galvarino", la fragata
"Hércules" y una goleta apresada. Había así llegado al objetivo la
totalidad de la expedición.
Los acontecimientos
en tierra, llevaron a José de San Martín y Matorras a decidir el reembarque del
Ejército para caer sobre Ancón, donde desembarcó el 30 de octubre.
Previamente, Lord
Thomas Alexander Cochrane había iniciado el bloqueo de El Callao con la fragata
"O'Higgins", la fragata "Lautaro" , corbeta
"Independencia" y el bergantín "Araucano".
La inactividad
siempre implícita en las operaciones de bloqueo, no era consecuente con el
temperamento dinámico y audaz del Almirante. Urdió, entonces, una operación
destinada a aterrorizar al enemigo con un ataque atrevido y resuelto que
causara un profundo impacto en sus ánimos. Se propuso tomar la fragata
"Esmeralda" al pie de las fortificaciones de El Callao.
ADMINISTRACIÓN Y
LOGÍSTICA DE LA
EXPEDICIÓN
LIBERTADORA DEL PERÚ
En
plena cuarentena combatiendo contra el coronavirus, el pueblo iqueño, el pueblo
peruano y en el mundo; los gobiernos de los cinco continentes, con sus fuerzas
armadas, fuerzas policiales, reservistas,
y con sus ejércitos de médicos, enfermeras y profesionales de la salud,
despliegan sus máximos esfuerzos para erradicar el letal virus del siglo XXI.
A
continuación, rendimos homenaje a los hombres y mujeres que siguen luchando y a
los que ofrendaron su vida, combatiendo éste flagelo; recordando la épica
travesía de la Expedición Libertadora del General San Martín, que se realizó
hace 200 años, sin contar con la tecnología del GPS, ni comunicaciones vía
satélite, radio, radares y mucho menos internet; sin contar con los modernos
celulares móviles, smartphone y otros aparatos.
Una
colosal y efectiva logística con los
barcos de transportes de tropas, armamento y pertrechos, que totalizaban 14 y
llevaban raciones para 4 meses de campaña, con un desplazamiento de 7,000
toneladas sumando todo el conjunto. Completaban dicha fuerza naval 11
cañoneras…suma de las fuerzas: 5,600 soldados, tripulación de buques 1,538
marinos, total de la gente 7,138 valientes patriotas. Aprendamos juntos, en
casa, las lecciones de logística, planificación, organización, liderazgo, del
Libertador don José de San Martín.
El
Bicentenario de la Independencia de Ica y del Perú (1820 –2020), lo estamos
viviendo éste año, con la acción patriótica de nuestras autoridades, de
nuestros médicos, enfermeras, enfermeros, soldados, policías y el pueblo
organizado; mientras que ellos luchan y arriesgan su vida en la calle, en los
hospitales, en los estadios, en las plazas de toros, en los albergues…nosotros
tenemos que combatir, en casa, cumpliendo con las directivas del gobierno
central…quédate en casa, es la consigna, y al salir al trabajo, cumple los
protocolos de bioseguridad y erradiquemos juntos el coronavirus…
EJÉRCITO
LIBERTADOR DEL PERÚ
Estado general
de las fuerzas con que se halla hoy día de la fecha (1)
Valparaíso,
agosto 20 de 1820
CUARTEL GENERAL
General en jefe el Excmo. Señor
don José de San Martín, capitán general de ejército, grande oficial de la
Legión de Mérito de Chile, etc., etc.
EDECANES de S.E.-
1eros. Coronel D. Tomás Guido,
Coronel D. Diego Paroissien.-
2dos. Capitán D. José Caparrós,
Teniente D. José Arenales.
SECRETARIOS de S.E.-
D. Bernardo Monteagudo
D. Juan García del Río
D. Dionisio Viscarra
Oficial 1º. D. Salvador Iglesias
AUDITOR DEL EJÉRCITO:
Coronel D. Antonio Álvarez Jonte
INTENDENTE GENERAL de dicho:
D. Juan Gregorio Lemos
OFICIALES DE LA INTENDENCIA: 3
ESTADO MAYOR DE MEDICINA.-
Cirujano mayor 1
Cirujanos 1eros. 4
Cirujanos 2dos. 3
GENERALES DE DIVISIÓN:
Coronel Mayor D. Juan Antonio
Álvarez de Arenales (argentino)
Coronel Mayor D. Toribio de
Luzuriaga (peruano)
ESTADO MAYOR:
Mayor general el coronel mayor D.
Juan Gregorio de las Heras
Ayudante comandante 1
Ayudantes 1eros. 5
Ayudantes 2dos. 2
Ayudantes 3eros. 7
Agregados:
Jefes 2
Oficiales 5
NÓMINA DE LOS JEFES DE LOS
CUERPOS DE LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA
BATALLÓN DE ARTILLERÍA DE LOS
ANDES:
Jefe: Vacante
Ayudante 1
Abanderado 1
Capellán 1
Oficiales:
Capitanes 4
Tenientes 1eros. 3
Tenientes 2dos. 3
Subtenientes 2
Tropa:
Sargentos 1eros. 3
Sargentos 2dos. 11
Trompetas 9
Cabos 1eros. 11
Cabos 2dos. 10
Soldados: 154
Total: 198
BATALLÓN No. 7 DE ARTILLERÍA DE
LOS ANDES:
Jefe: Coronel D. Pedro Conde,
argentino
Teniente Coronel 1
Sargento Mayor 1
Ayudantes 2
Oficiales:
Capitanes 4
Tenientes 1eros. 5
Tenientes 2dos. 5
Subtenientes 3
Tropa:
Sargentos 1eros. 4
Sargentos 2dos. 3
Tambores 10
Pitos 5
Cabos 1eros. 11
Cabos 2dos. 15
Soldados: 390
Total: 439
BATALLÓN No.8 DE ARTILLERIA DE
LOS ANDES:
Jefe: Coronel D. Enrique
Martínez, argentino
Teniente Coronel 1
Sargento Mayor 1
Ayudantes 2
Abanderado 1
Capellán 1
Oficiales:
Sargentos 1eros. 4
Sargentos 2dos. 10
Tambores 10
Pitos 4
Cabos 1eros. 7
Cabos 2dos. 15
Soldados: 412
Total: 462
BATALLÓN No.11 DE ARTILLERÍA DE
LOS ANDES:
Jefe: Sargento Mayor D. Román
Deza (interino), argentino
Ayudantes 2
Abanderado 1
Cirujano 1
Oficiales:
Capitanes 8
Tenientes 1eros. 6
Tenientes 2dos. 5
Subtenientes 5
Tropa:
Sargentos 1eros. 6
Sargentos 2dos. 12
Tambores 13
Pitos 5
Cabos 1eros. 15
Cabos 2dos. 22
Soldados: 489
Total: 562
REGIMIENTO GRANADEROS A CABALLO
DE LOS ANDES:
Jefe: Coronel D. Rudecindo
Alvarado, argentino
Tenientes Coroneles 2
Sargento Mayor 1
Ayudante 3
Abanderados 2
Oficiales:
Capitanes 6
Tenientes 1eros. 11
Subtenientes 4
Tropa:
Sargentos 1eros. 20
Trompetas 12
Cabos 1eros. 29
Soldados: 330
Total: 391
CAZADORES A CABALLO DE LOS ANDES:
Jefe: Coronel D. Mariano Necochea
Teniente Coronel 1
Sargento Mayor 1
Ayudante 1
Abanderados 2
Cirujano 1
Oficiales:
Capitanes 5
Tenientes 1eros. 5
Subteniente 6
Sargentos 1eros. 11
Trompetas 6
Cabos 1eros. 32
Soldados 212
Total: 261
BATALLÓN DE ARTILLERÍA DE CHILE:
Jefe: Teniente Coronel
(Comandante General)
D. José M. Borgoño, chileno
Sargento Mayor 1
Ayudante 1
Abanderado 1
Oficiales:
Capitanes 3
Tenientes 1eros. 4
Teniente 2do. 1
Subtenientes 4
Tropa:
Sargentos 1eros. 2
Sargentos 2dos. 6
Trompetas 5
Tambores 4
Pitos 3
Cabos 1eros. 8
Cabos 2dos. 10
Soldados 177
Total: 215
BATALLÓN No. 2 DE CHILE:
Jefe: Sargento Mayor D. Santiago
Aldunate, chileno
Total: 600 soldados
BATALLÓN No. 4 DE CHILE:
Plana mayor:
Jefe: Teniente Coronel D. José
Santiago Sánchez, chileno
Ayudantes 2
Abanderados 2
Oficiales:
Capitanes 6
Tenientes 1eros. 5
Tenientes 2dos. 6
Subtenientes 6
Tropa:
Sargentos 1eros. 6
Sargentos 2dos. 14
Trompetas 2
Tambores 12
Pitos 10
Cabos 1eros. 12
Cabos 2dos. 19
Soldados: 576
Total: 651
BATALLÓN No. 5 DE CHILE:
Plana mayor:
Jefe: Coronel D. Mariano
Larrazábal, argentino
Teniente coronel 1
Abanderado 1
Oficiales capitanes 4
Tenientes 4
Tenientes 1eros. 4
Tenientes 2dos. 4
Subtenientes 3
Tropa:
Sargentos 2dos. 5
Tambores 9
Pitos 4
Cabos 1eros. 4
Cabos 2dos. 8
Soldados 294
Total: 324
RESUMEN GENERAL:
Artillería: 413
Caballería: 652
Infantería: 3053
Total: 4118
Como
se vé, los totales eran 296 jefes y oficiales y 4,118 clases y soldados, con
800 caballos y15,000 cajones de impedimenta y parque, en el cual figuraban 35
piezas, 15,000 fusiles, 2,000 sables y víveres para cuatro meses y además
equipos y vestuario.
Del
total general de tropa, eran argentinos 2,313 y 1,805 chilenos, y en cuanto a
los jefes de las unidades, con excepción de tres de esta nacionalidad, todos
eran compatriotas del generalísimo.
En
el cuartel general, la proporción era idéntica, cabiéndole al Perú el honor de
contar un digno representante en el ex gobernador de Cuyo, coronel mayor
(general de división) don Toribio de Luzuriaga.
LA ESCUADRA
LIBERTADORA
FLOTA DE
TRANSPORTES
Desde el día 18 de agosto de
1820, comenzó el embarque, siendo la orden de partida el día 20 de agosto desde
la arenosa playa de Valparaíso (Chile).
La flota de transportes estaba
mandada por el capitán Délano, compuesta por las fragatas:
DOLORES
GADITANA
EMPRENDEDORA
CONSECUENCIA
SANTA ROSA
ÁGUILA
MACKENA
PERLA
JEREZANA
PERUANA
MINERVA
LIBERTAD
ARGENTINA
Bergantines: POTRILLO y HÉRCULES
Goleta: GOLONDRINA
Total: 16 transportes
Todo el material fue embarcado en
14 lanchones.
Estas embarcaciones fueron
escoltadas por las naves de guerra, cuya fuerza era:
NAVÍOS DE GUERRA
DE LA ESCUADRA LIBERTADORA
FRAGATA O´HIGGINS (Almirante)
Cañones 50
Tripulación 516
Comandante: Tomás Crosbie
NAVÍO SAN MARTÍN
Cañones 64
Tripulación 492
Comandante: Guillermo Wilkinson
FRAGATA LAUTARO
Cañones 50
Tripulación 353
Comandante: Martín Jorge Guise
(fundador de la Marina de Guerra del Perú )
CORBETA INDEPENDENCIA
Cañones 28
Tripulación 256
Comandante: Roberto Foster
BERGANTÍN ARAUCANO
Cañones 16
Tripulación 110
Comandante: Guillermo Cater
BERGANTÍN GALVARINO
Cañones 18
Tripulación 114
Comandante: Juan Spry
GOLETA MOCTEZUMA
Cañones 7
Tripulación 87
Comandante: Jorge Young
Totales:
Buques 7
Cañones 233
Tripulación 1,928
El
jefe de la escuadra era Lord Thomás Cockrane, subordinado al generalísimo,
quien embarcaría en el navío de su nombre.
PROCLAMAS DE SAN
MARTÍN ANTES DE INICIAR LA TRAVESÍA DE LA ESCUADRA LIBERTADORA DEL PERÚ
El
día 19 de agosto de 1820 quedó todo expedito para la salida de la expedición,
tan largos años apetecida por San Martín, quien en esta fecha, como tarjeta de
despedida, dejó sus dos más hermosos documentos.
Decíale
a la Historia:
“Se
acerca el momento en que yo voy a seguir el destino que me llama. Voy a
emprender la grande obra de dar la libertad al Perú. Voy a abrir la campaña más
memorable de nuestra revolución, y cuyo resultado aguarda el mundo, para
declararnos rebeldes si somos vencidos, o reconocer nuestros derechos sí
triunfamos….Fiado en la justicia de nuestra causa y en la protección del Ser
Supremo, os prometo la victoria. El día más grande de nuestra revolución está
próximo a amanecer”.
Y
al Cabildo de Buenos Aires, para él en ese día representante de la patria suya
y de sus soldados, le escribía:
“El
día de mañana da la vela “La Expedición Libertadora del Perú”. Como en general,
tengo el honor de informar V.E., que
representa al pueblo heroico, al virtuoso pueblo, más digno de la historia de
Sud América y de la gratitud de sus hijos; protestando que mis deseos y de la
gratitud son por su felicidad; y que, desde el momento en que erija la
autoridad central de las provincias, estará el ejército de los Andes
subordinado a sus órdenes superiores con la más llana y respetuosa obediencia”.
El Capitán de Navío AP José
Valdizán Gamio, en su obra “Historia Naval del Perú” destaca lo siguiente:
“…en
la tarde del 20 de agosto de 1820 zarpó de Valparaíso aquella armada entre
salvas de artillería y enarbolando la bandera chilena…
…
Sus buques de guerra fueron 8, con un total de 236 cañones. Las dotaciones de
estos barcos sumaban 1,538 hombres – entre ingleses y chilenos , contando
infantes de Marina – con víveres para seis meses.
Los
barcos transportes de tropas, armamento y pertrechos, totalizaban 14 y llevaban
raciones para 4 meses de campaña, con un desplazamiento de 7,000 toneladas
sumando todo el conjunto. Completaban dicha fuerza naval 11 cañoneras…
…suma
de las fuerzas 5,600
Tripulación
de buques 1,538
Total
de la gente 7,138
”
“Precedía
la formación la fragata O´Higgins a cuyo
bordo iba el Almirante Cochrane, llevando como escolta de avanzada a la Lautaro
y al Galvarino. Seguían doce transportes en columna y con tropas de desembarco.
Continuaban los restantes acarreando el material de guerra, flaqueados por la
Moctezuma y la Araucana, y siguiendo sus aguas el Pueyrredón, precediendo la
formación en línea de las once lanchas cañoneras. Cerrando todo el conjunto y
navegando en conserva el navío San
Martín, con el Generalísimo y su Estado Mayor, mientras la Independencia
resguardaba con gracia velera y muy ágilmente al matalote de popa.
Durante
una navegación de 18 días que cubrió sin contratiempo alguno 1,500 millas
náuticas, el General en Jefe estudió detenidamente con sus oficiales los planes
más valederos y tomó sus decisiones…
…en
la tarde del 7 de setiembre de 1820 y a las seis y media en punto la Escuadra
Libertadora procedió a fondear anclas en la bahía de Paracas que distaba unas
dos leguas del puerto de Pisco, alistándose de inmediato para desembarcar
hombres, armas y pertrechos durante esa misma noche, operación que se vio
favorecida por la claridad que sobre el paraje les brindó la Luna.”
Estamos culminando el presente
artículo de investigación, y lo hacemos de la siguiente manera, tratando de
viajar al pasado, convertido en uno de los expedicionarios:
Al
día siguiente, 8 de setiembre de 1820, se realizó el histórico desembarco de la
Expedición Libertadora del Perú, posando sus pies, en las tranquilas playas de
la bahía de Paracas, en Pisco; el General argentino, don José de San Martín.
El
Libertador de Argentina y Chile, completaba una arriesgada travesía por mar y
coronaba la primera operación militar anfibia, a gran escala, en las costa
occidental de Sudamérica. Su ejército llegaba extenuado, no solo por el largo y
penoso viaje, desde la pampa argentina, desde los andes chilenos; sino también
por las cicatrices marcadas en el cuerpo y en el alma de cada soldado, que
había combatido a las fuerzas realistas, en las batallas de Chacabuco y Maipú.
Fatiga, enfermedades, incertidumbre; pero también hambre de victoria, de
gloria, de 7 mil hombres de diferentes nacionalidades, que deseaban la
libertad, la independencia.
Al
borde de la extenuación, llegó a Paracas, el Ejército Libertador del Perú, y a
las pocas horas, empezó su recuperación física y moral, lenta pero segura.
Miles
de peruanos, sangre patriota, sangre fresca, sangre de negros cimarrones
(negros esclavos sublevados, que se escaparon de las haciendas de la costa
peruana), sangre de criollos, indios y mestizos; se agolpaban a las puertas del
cuartel general de San Martín, pidiendo el alta, suplicando ser incorporados a
la tropa, y luchar por su libertad, hartos de trescientos años de esclavitud.
Empezaba
la historia de la Guerra de la Independencia del Perú. Y el General San Martín
contemplaba con optimismo el horizonte. Contemplaba el mar esmeralda que se
tornaba morado y luego rosado, con el sol que se hundía en el Pacífico,
lanzando sus rayos dorados y luego rojos, para enseguida ocultarse de la mirada
de los mortales de la tierra.
Atardecer
del 8 de setiembre de 1820….primer día de LIBERTAD.
CONCLUSIONES:
Las nuevas generaciones de
peruanos, niños y jóvenes, entre 6 a 18 años de edad; necesitan una nueva
inyección de peruanidad, a través de una campaña educativa intensiva, virtual y
presencial, para el cabal conocimiento de la historia de su región y de su país.
Las nuevas generaciones de
jóvenes profesores peruanos, entre 21 a 40 años de edad; necesitan una nueva
inyección de peruanidad, a través de una campaña educativa intensiva, virtual y
presencial, para el cabal conocimiento de la historia de su región y de su
país.
La gran ventaja y desventaja de
esta nueva generación de profesores y estudiantes peruanos, es que están
viviendo la era digital. Pero, las nuevas tecnologías de información y
comunicación, no están siendo utilizadas y canalizadas, en todo su potencial,
especialmente para la educación.
A puertas de conmemorar 199 años
de la proclamación de la Independencia Nacional, tenemos una nueva generación
de cibernautas, experta en el manejo de las redes sociales, pero que son usadas
para ocio y diversión, en un gran porcentaje. Se requiere rescatar y moldear
tremendo capital humano, con dosis de peruanidad, para que nuestros jóvenes
estudiantes y profesionales, conozcan, valoren y se identifiquen con la
verdadera historia de su país.
El presente artículo de
investigación, traza las líneas maestras del significado histórico de la
gigantesca operación militar del desembarco de la Expedición Libertadora del
Perú, que se resumen en dos palabras: FORTALEZA Y ESPERANZA, de un puñado de
hombres de diferentes nacionalidades, con un solo objetivo, lograr la
Independencia del Perú y de Sudamérica.
Doscientos años después, en el
mismo continente y en los mismos países, vuelve a resonar en los corazones
patriotas, las palabras FORTALEZA Y ESPERANZA para luchar y vencer a la
pandemia.
Hace doscientos años, los jefes
de la Expedición Libertadora del Perú, dejaron sentadas las bases de la
ADMINISTRACIÓN, LOGÍSTICA, GESTIÓN DE RECURSOS HUMANOS, INTELIGENCIA Y
ESTRATEGIA MILITAR, LIDERAZGO Y EMPRENDIMIENTO.
Las autoridades del Perú, de los
tres niveles de gobierno, y los grandes empresarios nacionales y extranjeros,
todavía no han aprendido a revalorar y poner en valor, en su verdadera
dimensión, el ejemplo de vida de aquellos hombres que integraron la Expedición
Libertadora; el ejemplo de vida, hazañas, penurias y victorias, de nuestros
héroes nacionales y extranjeros, que deben darse a conocer a las nuevas
generaciones de peruanos.
Las nuevas generaciones de
peruanos, están huérfanas de educación, de historia, de valores, de identidad
nacional. Millones de niños y jóvenes peruanos, entre 7 a 20 años, no conocen
su historia y no aman lo que no conocen.
La era digital, la era del
conocimiento, la era de internet y las redes sociales, el mundo virtual; aún no
está haciendo utilizada, al 100%, con fines educativos y de concientización,
específicamente para el tema de nuestro BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DE LA
REGIÓN ICA Y DEL PERÚ.
ICA - PERÚ
Martes 21 de julio del 2020
INVESTIGACIÓN:
Mag. Juan Carlos Romaní Chacón
Municipalidad Provincial de Ica
Biblioteca Municipal “José de San
Martín”
Fuentes:
(1)Paz Soldán .- “Historia del
Perú Independiente”
Odriozola.- “Documentos
Históricos del Perú”
Boletín del Ejército Libertador
Bonilla,
Manuel C.
“Epopeya de la Libertad”
Reminiscencias
Históricas de la Independencia del Perú
Tomo I
Setiembre
a Diciembre de 1820
Lima
1921
Págs. 45 al 55
Valdizán Gamio, José
HISTORIA NAVAL DEL PERÚ
Tomo II
Lima Perú 1980
Págs. 178, 179, 180…
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