martes, 26 de mayo de 2020

Crónicas de fe y devoción LA PARACA DE LA VIRGENCITA DEL ROSARIO DE YAUCA



Crónicas de fe y devoción
LA PARACA DE LA VIRGENCITA DEL ROSARIO DE YAUCA

Últimos días de setiembre del 2019. Cientos de fieles devotos se dirigen al Santuario de la Virgen del Rosario de Yauca. Se acerca su día central, en octubre, y todos llegan con fe, con mucha fe, para agradecer, para pedir, para prometer… las misas se realizan cada treinta minutos, y los peregrinos ingresan y salen del antiguo templo, que ha soportado múltiples terremotos en los últimos cien años.  

Todos los caminos conducen al corazón del desierto yauquino, entre el inmenso manto verde de los fundos agroexportadores y los contrafuertes andinos. El valle de Ica termina aquí, donde el sol parece ensañarse con la pampa, con las bestias, con las piedras y con los hombres, que parecen doblarse….que parecen derretirse.

Solo el huarango iqueño permanece de pie, guapeando al tiempo, retando al universo, y unas cuantas pozas con sus gruesos bordos, conteniendo pequeños cultivos de algodón, pallar y otros productos de pan llevar, ofrecen el triste espectáculo de las últimas cosechas, de la última llapana… de la última gota de agua que regó estas pampas.


UNA PERUANA, UN VENEZOLANO Y UN DEVOTO MEDIO COJO

En el centro de la ciudad, Juancho Rosario, aborda un tico con su señora madre. La plaza Barranca está a punto de incendiarse por el desbordante sol de las diez de la mañana. Un vivaz venezolano, jovencito, moreno y quimboso, ofrece un viaje rápido y seguro a la pampa de Yauca.

“Ya hijito, no me chamulles tanto, que si tú estás yendo, yo hace rato estoy regresando…abre tu pan y dime cuanto me vas a cobrar…!! ” – así de rapidito le puso el parche la señora porteña, una dama de piel blanca, ojos de color caramelo, profesora de educación física y formación pre militar; fuerte como el hierro y como el huarango y radicada en la tierra bendita del Cristo Moreno, hace treinta años.

El moreno de la hermana república de Venezuela, que llegó a Ica con su mujer y sus pequeños hijos, a ganarse el pan de cada día, sonrió nerviosamente. Juancho Rosario sentado adelante y su viejita atrás, lanzó una carcajada y empezó el viaje en busca de la virgencita que le hizo el milagro.

El pequeño vehículo amarillo se dirigió al sur este, por la carretera panamericana, ingresó por Garganto y la pista asfaltada continuó hasta el lugar de destino. En el trayecto el extranjero se ganó la confianza de los locales, se franqueó, contó su vida en cinco minutos….que sirvió en el ejército de su país, que manejó camiones y camionetas, y buses, transportando presos políticos…hasta que lo obligaron a trasladar a sus amigos y familiares a la cárcel de la ciudad.

Recién comprendió que tenía que salir de su país…un tal Maduro estaba destrozando su patria, pero también aclaró que no todos los que han llegado al Perú, son gente mala… “somos gente buena, mi pana”- enfatizó el moreno.    

Terminando la ruta del pisco, con las bodegas artesanales más famosas del Perú, bodegas a ambos lados de la pista, atravesaron los barrios populares del distrito de Los Aquijes.

La Solano, Los Piscontes, El Rosario…atravesaron la pampa, acordonada con alambres dejando libre apenas diez metros de ancho, el ancho de la carretera….los dueños de los fundos agroexportadores han comprado más tierras y ya no dejan más espacio al peregrino, para que camine y corra libremente….TREENDA INJUSTICIA, EL RICO, EL PODEROSO, QUIERE MÁS PLATA… y  antes de llegar al Santuario, apareció el tradicional “peaje”.

EL PEAJE DE LA PAMPA, UN ASALTO A MANO ARMADA

Se acercó a la móvil, un iqueño de pura cepa, bajito, trigueño, fornido, un alegre trabajador del municipio yauquino… y de arrancanquín ametralló al conductor y a los pasajeros: “señoras y señores muy buenos días, caballerito buenos días, bienvenidos a Yauca….son cinco soles jovencito, aquí tiene su ticket”….!!.. Oiga, esto es un abuso! …Éste muchacho con la justa saca para el combustible, y tú vas a cobrar cinco soles por cada viaje…se pasaron, todos los años lo mismo…!!...dos soles está bien pagado, no sea abusivos….” – conteniendo el indio, el barrio y la artillería pesada de especerías, sapos y culebras, la mamá de Juancho Rosario lanzó una mirada incendiaria al humilde trabajador edil, que patitas le faltó, para abordar otra móvil y respondió…“Madre, yo solo soy un trabajador municipal, solo cumplo mi trabajo…”. El mismo diálogo de hace cincuenta años.

“Gracias mamita”….murmuró el zambo. “No te preocupes moreno, mientras que tu gente se porte bien y dejen de joder, yo te apoyo…ahora hijito, déjame lo más cerquita posible a la iglesia, porque mi hijo lleva bastón, se está recuperando de un accidente…””.

“!! Mamá, yo los dejo en la puerta de la iglesia…!!” respondió el avispado conductor y sorteando camiones, buses, camionetas, triciclos, patrulleros, camiones cisternas y carretillas, demostrando buena caña, llegó a destino, justo a un costadito del venerado templo.

JUANCHO ROSARIO Y UN CALVARIO MODERNO  

El ex fornido iqueño, trigueño achinao,  medio colorao con el sol, convaleciente de una severa parálisis, bajó del pequeño vehículo que pareció suspirar, aliviado…El brazo derecho y pierna izquierda del muchachón, todavía estaban resentidos, pero ya recuperaban fuerza….agarró su bastón metálico y empezó a caminar.

Recordó en tres segundos, sus cuarentaitantos años de vida, sus triunfos y fracasos, sus virtudes y pecados…más pecados que virtudes, recordó todas las luchas de su familia, recordó tantas veces su visita al Santuario de Yauca, desde el vientre de su madre, de niño, de adolescente y de adulto…tantas veces la Virgen del Rosario de Yauca en su corazón, y el rostro de su mujer y sus hijas, pasando frente a su memoria, las risas, los llantos, las lágrimas, las preocupaciones, las alegrías y tristezas….

El templo está enclavado en el corazón del desierto iqueño, y por ambos lados tiene escaleras, por donde bajan los devotos e ingresan por las puertas laterales…el devoto medio cojo y medio manco, se apoyó a la pared por su lado derecho, recostándose con mucha fe y devoción, sintiendo mucha paz a medida que avanzaba paso a paso…y empezó a bajar por los escalones, pasito a pasito, primero el pie derecho, luego el izquierdo, recordando sus años en Lima, trabajando de mil oficios y escuchando a los cobradores de los buses….!...pie derecho, piee derecho…!!!

Detrás de él, su señora madre, arengando, alentando a su hijo resucitado, muy quedo al oído, sin mucho roche….”!!! Tú puedes, carajo, no te rindas, avanza hijo, avanza, ya falta poco…Dios y la virgencita te han dado una nueva oportunidad…no los defraudes…”!!!

Y llegaron al fin, después de cinco minutos de una caminata de diez metros, con todas las precauciones. Ingresaron al templo, buscando a la virgencita y gozaron una hermosa misa, derramando lágrimas de alegría y de agradecimiento. Juancho Rosario rezó el Padre Nuestro, como nunca y el Ave María también…la iglesia rebosaba de gente de todas las edades, de todas las razas y condiciones sociales…solo una fuerza y un sentimiento se respiraba en el ambiente…..PURITA DEVOCIÓN….

En los exteriores, las vivanderas, los comerciantes, la feria, el desorden divino, la misma tradición, intacta, desde hace cuatro siglos…con el mismo sol y con los implacables vientos paracas del sur, que empezaban a concentrarse en pleno mediodía…

LA PARACA DE LA VIRGENCITA Y LA DEVOCIÓN DE UN PUEBLO ENTERO

Entre rezos, lágrimas e incienso, los cientos de fieles devotos de un pueblo entero, expresan sus sentimientos a una pequeña virgencita de tamaño, pero gigantesca de corazón…es la fe y la devoción que mantiene vivas las tradiciones y la historia de los pueblos…entre grandes paquetes y pequeños ramos de flores, de gladiolos, de romeros, de la frágil lluvia y el poderoso romero, los devotos veneran a la milagrosa Virgen del Rosario de Yauca.

Juancho Romero y su mamá de acero, piden y agradecen, cada uno en silencio y a su estilo, segundos eternos de reflexión, meditación y gratitud….…son experiencias de vida distintas, pero iguales en fe y devoción y en el momento de máxima concentración, de un profundo diálogo con Dios y la virgen, se nublan los exteriores y se escuchan los gritos de la gente, el llanto de los niños, la gente  que quiere reingresar al templo; y, a la vez,  y de zopetón…..el tremendo ruido de las viejas y gruesas puertas y ventanas de huarango, que se cierran de golpe…llegó la tradicional paraca, con una fuerza descomunal, que se ríe de los hombres, haciendo estremecer el viejo templo.

El polvillo del techo de caña, huarango, yeso y cemento…. y los restos de flores, empiezan a flotar en el interior del templo centenario…

Los devotos de mayor edad, entre ochenta y cien años, con velas y paños de algodón bendito, con sus escapularios, medallas y estampitas, murmuran a sus familias….”es la virgencita que quiere que nos quedemos un rato más…” y los niños dejan de llorar, como un arrullo celestial…

Todos vuelven la mirada al altar de la iglesia, el sacerdote comprende que hay que repetir la parte final….y vuelve a la carga con más fuerza y devoción….”…el Señor esté con ustedes…” y cuando falta poco para terminar, el devoto que llegó desde la plaza Barranca, avanza hacia el altar, entre un mar de gente…..a tiempo, para recibir las gotas gruesas de agua bendita, de un entusiasta y joven sacerdote…Juancho Rosario levantó con esfuerzo pero con alegría el brazo izquierdo, abriendo con dificultad la mano débil, para recibir la bendición del Señor…”gracias virgencita de Yauca, gracias por volverme a la vida, para gozar de la sonrisa de mi madre…de mi familia, de mi mujer y de mis hijas, protege a los míos, protege a tu pueblo, protege al Perú y al mundo, y liibranos de todo mal…”- el devoto medio cojo y medio manco, hablaba en voz bajita, lleno de sentimiento, el devoto del corazón de huarango iqueño…

Al lado de su madre, retornó por el mismo camino, rumbo a la puerta de salida de la iglesia, despidiéndose de la virgencita de Yauca, entre una paraca que ya se estaba retirando, y avanzando paso a paso, ahora con la meta de bajar las gradas, de la antigua y amplia escalera principal del Santuario…y luego; a buscar que recuperar energías, buscando rápidamente con los ojos de águila, el mejor potaje servido en las mesas de las vivanderas….pero esa, al estilo de la película Conan, el bárbaro….esa, es otra historia…

Ica, 15 de abril del 2020
Mag. Juan Carlos Romaní Chacón
   


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